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El candidato oficialista a la  presidencia de Ecuador, Lenín Moreno, obtenía esta madrugada la  mayoría de votos, pero su ventaja no era suficiente para ganar  en primera vuelta y, según resultados preliminares, tendrá que  medirse con el opositor Guillermo Lasso en un balotaje el 2 de  abril.    

            
Las denuncias de corrupción y la tambaleante economía que  deja el saliente mandatario Rafael Correa golpearon a Moreno,  cuya popularidad fue perdiendo impulso. Con el 80,2 por ciento  de las actas escrutadas, los votos válidos a su favor sumaban  38,85 por ciento frente a un 28,5 por ciento de Lasso.                 
Si ninguno de los candidatos logra la mayoría absoluta de  los votos válidos, entonces debe obtener, al menos, el 40 por  ciento con una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre su rival,  para evitar definir la presidencia en una segunda vuelta.              

  
A pesar de tener la mayoría de los votos, el resultado  representa un duro revés para el partido de gobierno, Alianza  País, que tiene una década en el poder. Correa, un economista de  53 años, arrasó en la primera vuelta de las últimas elecciones  presidenciales en el 2013.                 


Sin embargo, el actual mandatario buscó calmar las interpretaciones al  escribir en su cuenta de Twitter: “Ya tenemos más de 10 puntos  de diferencia con Lasso, y sigue aumentando”. “¡Venceremos!”,  agregó.  

              
El candidato oficialista, quien fue vicepresidente entre  2007 y 2013 y sufre de paraplejia, convenció a sus seguidores  con la promesa de continuar el proyecto político de su líder  centrado en programas sociales, participación activa del Estado  en la economía y una mejor distribución de la riqueza.      

          
Moreno, de 63 años y ex enviado especial de la ONU para  discapacidades, tiene un tono más conciliatorio que Correa y ha  propuesto beneficios para los discapacitados, madres solteras y  ancianos.    

            
Voté por la Revolución Ciudadana porque en los últimos años  hubo cambios radicales en el país como la eliminación de la  pobreza extrema”, dijo Ramiro Flores, ingeniero civil de 60  años, en las inmediaciones de la sede del oficialismo en Quito.                

"Estoy esperando que ganemos en primera vuelta para  festejar”, agregó. El nuevo presidente del socio más pequeño de la OPEP, que  gobernará desde el 24 de mayo por cuatro años, tendrá un difícil  camino que recorrer para crear empleos, afrontar un abultado  endeudamiento y sostener millonarios planes sociales acumulados.                 


En Ecuador y varios países de América Latina la izquierda  retornó al poder hace poco más de 10 años pero, a pesar de  avances sociales, ha ido perdiendo apoyo en países como Brasil,  Argentina y Perú por escándalos de corrupción y mal manejo  económico.                 


Los escándalos que salpican a funcionarios cercanos a  Correa, en una trama de corrupción en la estatal Petroecuador y  una red de sobornos de la brasileña Odebrecht, le  restaron valiosos puntos a Moreno.    


Oposición unida

          
Su contrincante más cercano, Lasso, de 61 años, también  tendría una importante tarea si quiere hacerle contrapeso a  Moreno: debe lograr el apoyo del resto de candidatos opositores.

                
"Con todos los demás candidatos construiremos esa unidad que  tanto ansían los ecuatorianos”, dijo Lasso en su natal  Guayaquil. “Gobernar es buscar, todos juntos, soluciones a los  problemas”.    

            
Cynthia Viteri, ex diputada opositora que ocupó el tercer  lugar el domingo con un 16 por ciento de los votos, adelantó que  apoyaría a Lasso en la segunda vuelta. Otros cuatro candidatos -  que sumaban un 10 por ciento de los votos- también apoyarían a  Lasso.  

              
"En una eventual segunda vuelta, Lasso ganaría. Pero tiene  que unificar a la oposición y convencer a los votantes de que  mejorará la economía y cortará de raíz con la corrupción, que  son los principales clamores de los votantes”, dijo a Reuters  Risa Grais-Targow de la firma Eurasia.    

            
Lasso, ex presidente del Banco Guayaquil, encarna  el descontento de una parte de los ecuatorianos con las  políticas socialistas de Correa y su estilo confrontacional, así  como el manejo de una economía dolarizada fuertemente golpeada  por la caída de los precios del crudo.            

    
El banquero, quien perdió contra Correa en las  presidenciales del 2013, centró su oferta electoral en la  creación de empleos, reducción de impuestos, mayor inversión  extranjera y la convocatoria a una consulta popular para  reformar la Constitución.                 


"Como presidente, Lasso le daría otra cara a este país”,  dijo María Lourdes Rosales, una abogada de 54 años en Guayaquil.  “Le devolvería la dignidad que hemos perdido con un Gobierno  corrupto, ese es el país que queremos desterrar”.      

          
En los comicios del domingo, se eligieron también a los 137  miembros del parlamento, en el que ningún candidato lograría la  mayoría, lo que dificultaría el accionar del próximo mandatario.                

 
Además, se consultó a los electores sobre una prohibición  para que funcionarios públicos tengan cuentas o bienes en  paraísos fiscales.                 


Assange y la izquierda

El resultado del domingo puede ser decisivo para el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a quien Ecuador mantiene asilado en su embajada en Londres desde 2012 para evitar su extradición a Suecia por supuestos delitos sexuales que él niega.
 
Moreno es partidario de mantener el asilo, pero Lasso dijo a la AFP que, de llegar al poder, se lo retirará. Esta elección también supone un nuevo test para la izquierda latinoamericana, tras el giro en Argentina, Brasil y Perú.
 
Los ecuatorianos podrían frenar lo que Correa define como la “restauración conservadora” en la región. Pero si no lo hacen, dejarán sola a la Venezuela de Nicolás Maduro y a la Bolivia de Evo Morales.
 
La corrupción, que está salpicando a políticos de la región, también se fue instalando poco a poco como tema en la campaña.
 
Son casos como el de la petrolera estatal Petroecuador, que implicó a un exministro de Correa, y el de los supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos, por unos 33,5 millones de dólares.
 
Los electores dirán si son “distorsiones” de la campaña, como afirma Correa. 
‘Corrupción ha habido en este y en muchísimos gobiernos, quizá en anteriores mucho más corrupción que ahora, pero en este momento estamos viendo que ha habido desarrollo”, comenta resignada la funcionaria Nora Molina tras ejercer el voto también en el norte de Quito.