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30 de marzo de 2023

El "Almirante Irízar" cruzó el temido Pasaje de Drake e hizo su primera escala en la base Esperanza

La primera parada en Esperanza es la de la última etapa de la Campaña Antártica de Verano 2022-2023.

Por Julio Mosle, Corresponsalía itinerante Sector Antártico Argentino 30-03-2023 | 18:54

Foto: Prensa.

El rompehielos "Almirante Irízar" cruzó este miércoles el temido Pasaje de Drake en cuyas turbulentas aguas se encuentran el Atlántico y el Pacífico, para adentrarse en aguas antárticas con destino a la base Esperanza, en la que tuvo este jueves la primera escala de la última etapa de la Campaña Antártica de Verano 2022-2023.

El cruce del Drake había comenzado el martes por la mañana cuando el movimiento del buque obligó a su tripulación a sujetar parte del mobiliario y otros elementos que hubiesen rodado por las cubiertas; el vaivén causado por las olas dificultaba el tránsito en escaleras y pasillos por lo que también se redujo el habitual movimiento de personas entre espacios comunes.

El partido de la selección argentina de fútbol ante Curazao fue la ocasión para que la gran mayoría de los pasajeros se reúna en torno a los televisores ubicados en los comedores de las distintas cubiertas y celebrase los goles en un clima festivo.

Los menos acostumbrados a la navegación sufrieron algunos sobresaltos durante la noche, cuando notaban que el buque se mecía más de lo que habían esperado, mientras que aumentaron las consultas por mareos en la enfermería del buque.

Este miércoles por la mañana tuvo lugar un ejercicio de abandono del buque en el que las 300 personas que conviven a bordo se reunieron al aire libre en la cubierta de vuelo para entrenar el acceso a las balsas de emergencia, y que aquellos que lo necesiten aprendiesen a colocarse los salvavidas o a preparar las "bolsas de abandono" con todos los elementos necesarios para la supervivencia en el mar.

Pasadas las 16, cuando el movimiento del buque ya era más tranquilo, por los altoparlantes se anunció que había finalizado el cruce del Drake y que se había cruzado el paralelo 60 por lo que el rompehielos ya navegaba en aguas antárticas, mensaje que fue recibido con aplausos en todas las cubiertas.


La teniente de Navío médico María Belén Bartolelli, una cirujana de 37 años oriunda de la localidad bonaerense de Rojas, ocupa el cargo de jefe de Sanidad del "Almirante Irízar". En diálogo con Télam, relató que ese servicio es prestado por un equipo "compuesto por un médico que generalmente es cirujano, un odontólogo, un bioquímico y un enfermero". En las Campañas Antárticas de Verano como la actual, son sumados un psicólogo, un anestesista y otros dos enfermeros.

El buque cuenta con dos sectores de sanidad en diferentes cubiertas que tiene nueve camas de internación de las cuáles tres son de terapia intensiva además de un quirófano, un consultorio odontológico y facilidades para laboratorio".

Bartolelli indicó que "en general lo que más tratamos a bordo son lesiones traumatológicas por golpes o cortes en las operaciones de carga y descarga de material en las que se mueven en simultáneo entre las bodegas, la cubierta, las grúas y las unidades de desembarco muchos elementos muy pesados en simultáneo en muchos casos en situaciones de baja temperatura, meteorología complicada o con poca luz solar en jornadas que pueden ser de hasta 24 horas de trabajo corrido".

"Estamos habituados a las consultas por mareos, ya cuando salimos del puerto de Buenos Aires al pasar por Mar del Plata que es una zona de mucho movimiento empiezan los episodios de náuseas o vómitos, pero eso depende de cada persona y en general se asiste a las personas afectadas con dramamine; algunos ya vienen a pedirlo mientras que otros esperan a ver como reacciona su cuerpo, cuando ya se instala el mareo se usa otro medicamento para tratar los síntomas y después si se les da dramamine", agregó.

La cirujana recordó: "a los 18 me vine a Buenos Aires a estudiar medicina, después me incorporé a la Armada e hice mi especialización en cirugía general; había visto que en la Armada además de hacer medicina en un hospital también podía vivir experiencias como Misiones de Paz o venir a la Antártida y eso me decidió a sumarme".

"Yo no tengo hijos y eso hace más fácil organizar la vida familiar, pero cuando uno embarca en diciembre para venir a la Antártida y regresa recién en mayo es como que pone la vida cotidiana en pausa y después tiene que retomar todos sus proyectos. Yo ya había participado de dos campañas anteriores en otros buques de la Armada y la verdad es que uno elige esta vida", añadió.

El buque cuenta con dos sectores de sanidad: tiene nueve camas de internación de las cuáles tres son de terapia intensiva, un quirófano, un consultorio odontológico y facilidades para laboratorio

"La Antártida es un lugar único, los que trabajamos acá a veces podemos pensar que después de visitar varias veces las bases los paisajes de hielo y piedra empiezan a volverse muy parecidos unos a otros, sin embargo en cada viaje hay algo nuevo que te sorprende", completó Bartolelli.

La teniente de Navío Carolina Duarte, una misionera de 37 años oriunda de la localidad de Candelaria que ocupa el rol de jefa de Abastecimiento del "Almirante Irízar", contó a Télam: "Tengo a cargo todos los comedores y cocinas para el servicio de rancho, que es como les decimos nosotros a las comidas, los servicios de lavandería, sastrería, todo lo que es alojamiento y preparar camarotes, y todo el personal que trabaja en esas tareas; durante el año somos 21 pero para la Campaña Antártica llegamos a ser 35".

"Los cocineros comienzan a trabajar muy temprano, a las 8, porque hay tantas personas a bordo que tenemos dos turnos en cada comida, almuerzo a las 11.15 y 13 y cena a las 19.15 y 20.15; por eso en general la gente de cocina trabaja de 8 a 14 y después de un descanso retoma de nuevo a las 17", apuntó.

Y agregó: "ellos van trabajando adelantados, no todo lo que cocinan es para el día sino que también van anticipando cosas como el descongelamiento de algunas cosas o preparaciones previas para que el día que hay que preparar el plato todo sea más eficiente".

"Lo más importante para poder brindar todos los servicios a las más de trescientas personas que están a bordo es ir cumpliendo los horarios, somos muchos pero si cada uno tiene en claro lo que tiene que hacer no surgen muchos problemas", consideró.

La militar, que tiene en Misiones a sus padres, dos hermanas y una sobrina, recordó: "Tenía un amigo de la familia que estaba en la Armada y todo lo que contaba me llamaba la atención, fui hablando con mis papás y cuando cumplí 20 me fui a Buenos Aires a anotarme en la Armada para ser parte".

"Al momento de ingresar a la fuerza no me podía imaginar ni la mitad de las experiencias que viví, a medida que fui creciendo en la carrera vi los diferentes destinos a los que podía aspirar y sabía que llegar acá era un desafío y es un honor haberlo alcanzado; es un orgullo ser parte de la dotación del rompehielos por el trabajo que se hace y soy muy feliz de ser parte de este grupo", completó Duarte.
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