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13 de febrero de 2023

Teñir plumas de gallina y bailar desde bebé: historias de familias carnavaleras

Entre los que desfilan o colaboran en la fiesta de cada noche hay varias generaciones y gente que desfiló desde la panza de su mamá y lleva el ritmo en la sangre. Aquí, sus testimonios. 

Por Milagros Alonso, enviada especial 13-02-2023 | 17:42

Erna Peverelli, hija de los fundadores de OBahia. /Foto: Daniel Dabove.

Desde la historia de la hija de los fundadores de la comparsa OBahía, que en su infancia teñía plumas de gallina y le quedaban las manos manchadas de todos colores, hasta la "pasista" de Marí Marí, quien empezó a bailar con la batucada desde la panza de su mamá, en Gualeguaychú se repiten las anécdotas de familias enteras atravesadas por la pasión carnavalera.


El inicio de una comparsa

"OBahía nació en la cocina de mi casa"
, dijo a Télam Erna Peverelli, hija de Ana Gelós y Antonio "Pirincho" Peverelli, fundadores de la comparsa en 1980.

"Todo era en mi casa. La comparsa se hacía en una piecita de atrás. Llegaba el mediodía, mamá nos llamaba a comer y almorzábamos todos juntos", contó la referente del Club de Pescadores que patrocina la comparsa.

En el taller de costura que durante el verano se muda a la escuela "José María Ruperto Gelós", que pertenece al club, Erna contó que en los inicios de la comparsa salía con su familia en una bicicleta con canasto a juntar plumas de gallina.

"Después las teñíamos con anilina y nos quedaban las manos manchadas de todos colores", aseguró la mujer de 48 años.

"También pegábamos con Poxirán las piedras y nos pegábamos un mareo bárbaro con mis hermanos. Después salíamos al patio a tomar aire, pero son todos recuerdos lindos. Todo era alegría", recordó.

Erna se destacó como una de las grandes pasistas de Gualeguaychú junto a Rubén "Ojito" Giménez, músico uruguayo, quien fue artífice del ritmo de las actuales batucadas y reconocido por el mundo batuquero como "El Maestro".

En una recorrida con el equipo de Télam por las aulas que fueron invadidas por trajes y rollos de telas, Erna se detuvo para acomodar un espaldar y que las plumas queden lo más horizontal posible, en reposo, para que no se quiebren. "Esto es pluma faisán, acá tenés un auto", advirtió.

También, recordó que en los comienzos usaban "un traje que era un slip y una pluma. Nada más que eso. Hoy lo que tenemos es gracias a los primeros que se animaron a ponerse nada".

Ante la consulta de qué es el carnaval para ella, dijo: "Es parte de mi vida. Así de sencillo".


La reina de Mari Mari

Desde los talleres de Marí Marí del Club Central Entrerriano, la reina de la comparsa, Florencia Etayo, contó a Télam que como ciudadana de Gualeguaychú es "un orgullo enorme" tener el espectáculo a cielo abierto más grande de Argentina.

Florencia Etayo, la reina de Mari Mari. /Foto: Daniel Dabove.


"El carnaval uno lo viene mamando de chiquito. Yo vivo muy cerca del corsódromo y cuando era chica siempre pedíamos con mis amigas a las personas que controlan la previa que nos dejen entrar para juntar lentejuelas o plumas. Las juntábamos como si fuera oro", relató la joven de 27 años que empezó a participar del carnaval a los 16.

Sobre su rol como reina, contó que representa a todos lo integrantes de la comparsa y que la propuesta fue "un reconocimiento re lindo porque hice la secundaria en la escuela del club, mis hermanas también, y siempre fuimos a hacer deporte. Entonces, tenemos una raíz ahí".

Anécdotas similares cuenta Rosario Sánchez, la pasista de Marí Marí que desfila cada sábado bailando adelante de la batucada y le saca chispas a la pista.


Una tradición familiar

"Marí Marí hace un ensamble entre la batucada y la banda. Entonces voy bailando las dos cosas, letra y música, y eso a mi me encanta", detalló la joven de 25 años que es profesora de danzas y tiene un gimnasio.

"Cada vez que escucho sonar Marí Marí se me van las patitas. Siento emoción, mucha adrenalina, piel de gallina. Es algo único", señaló.

Respecto a sus comienzos en el carnaval, Rosario indicó: "Es parte de mi vida desde que nací prácticamente. Mi mamá iba embarazada a los ensayos y después mis papás me llevaban para dormir con la batucada".

"Toda mi vida me dediqué al baile y sueño desde muy chiquitita con ser pasista. Mis papás bailaban los dos y, desde los 4 años, yo ya salía de aguatera al lado de ellos", agregó a Télam la bailarina entre los cientos de espaldares de plumas de todos los colores que llenan el galpón de Marí Marí.

Y subrayó: "El carnaval para mí es todo. Es parte de mi vida desde que tengo conciencia. Es lo único que me genera pasión y alegría como ninguna otra cosa".

En cada taller y en cada galpón, las y los trabajadores que dan vida al Carnaval del País coinciden en que Gualeguaychú es "una cuna de artistas" y las historias de familias que viven para y por esta fiesta se repiten en cada cuadra.

Incluso, hay quienes se atreven a afirmar que en esa ciudad entrerriana "levantás una baldosa y sale un artista".

Mientras eso pase, Gualeguaychú, ciudad de poetas, de las artes, de corsos y bailes, seguirá dando lugar a la fiesta de carnaval que crece año tras año.
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